(230 palabras) El hombrecillo en la prosa de A. Chekhov es una imagen que se ha convertido en un hito para la literatura rusa y ha unido héroes completamente heterogéneos, cada uno de los cuales está experimentando una verdadera tragedia humana. Los pequeños pueblos de Chéjov son esclavos de las convenciones, heridos por la vida y subordinados a la jerarquía social. Sumisos a todo, humillados y humildes, a veces son ridículamente ridículos, pero siempre devuelven al lector al problema de la misericordia y la simpatía.
En la historia "Tosca", Chéjov crea otra imagen de un hombre pequeño: un taxista, Iona Potapov, quien recientemente enterró a su hijo. Entre las concurridas y ruidosas calles de la ciudad, el héroe se siente solo y perdido. Sentado inmóvil en un pórtico, doblado bajo el peso de un anhelo que lo agarra, Jona espera impaciente y secretamente a cada uno de sus nuevos compañeros de viaje para compartir su dolor con él: "¿Podría haber al menos uno de estos miles que lo escuchen"? Sin embargo, los jinetes indiferentes y apurados se niegan a escucharlo. La desgracia del pobre campesino no toca las almas insensibles de las personas al azar, porque su tragedia es la tragedia de una persona pequeña y discreta.
Durante todo el día, Jonás nunca encontró a un hombre que realmente pudiera hablar. El sufrimiento espiritual del anciano y su necesidad de un interlocutor son tan grandes que abre el alma a su pequeño caballo, que, aunque no responde a Jonás, escucha y parece entender.
La conmovedora y, al mismo tiempo, triste historia de Jonás devuelve al lector al problema de la soledad y la impotencia de una persona pequeña frente al resto del mundo, a la necesidad de comprensión y participación, incluso si es accidental, pero capaz de ayudarlo a lidiar con el dolor que lo aferró.